Atrapada en Don Det

10 May 2016

Escrito por

Marta

Si vienes a Si Phan Don, y más concretamente a Don Det, corres el riesgo de quedarte aquí atrapado por tiempo indefinido.

La más conocida de las Cuatro mil islas que salpican el Mekong en la frontera entre Laos y Camboya sabe utilizar sus encantos para seducirte y hace que, una vez más, las despedidas sean dolorosas y difíciles. A pesar de los altibajos que hayas podido tener en tu relación con Laos, Don Det sabe arreglarlo; es esa amante de la que no eres capaz de separarte, aunque sabes que tienes que seguir tu camino y ella el suyo.

Don Det, Laos

Don Det te recibe adormecida, aunque no sea más que media mañana, y un calor sofocante te abraza desde bien temprano para impedir cualquier tipo de actividad que tuvieses en mente. Decenas de guesthouses se suceden en las dos calles que tiene la isla, cada una de ellas dando a un lado del río. Una, disfruta del amanecer; la otra, de los colores cálidos de las puestas de sol. En cualquiera de ellas las hamacas vienen de serie y los restaurantes con terrazas dando al río y atestados de cojines te invitan a dejarte llevar y olvidar tus buenos propósitos de viajero con deberes por hacer. Y tú te dejas seducir y vas alternando entre un batido de mango y una hamburguesa de calabaza, especialidad en toda la isla; entre un pancake de plátano y un curry con leche de coco.

Hamburguesa de calabaza en Don Det, Laos

Don Det, Laos

Y así, sin darte cuenta, van pasando los días con tus constantes vitales por los suelos. Hasta que por fin te armas de valor y sales, cámara en mano, para tratar de descubrir qué más tiene que ofrecer esta isla. Alquilas una bici (único modelo en toda la isla, con variantes en rojo o en azul) y te dispones a pedalear hasta Don Khon, la hermana mayor de Don Det y unida a ésta por un puente en el que hay que pagar peaje.

En Don Khon disfrutas de lo lindo en las cataratas más grandes de todo el Mekong, dejándote impresionar por la fuerza de sus aguas y recordándote a la estampa que todos tenemos en mente de los paisajes por descubrir en la época colonial. Más aun, si poco antes has sabido que los franceses, a su llegada en barco a este salto de agua, pensaron que sencillamente podrían remontarlo, dada la potencia de sus embarcaciones. Evidentemente, las cataratas más grandes del Mekong no se dejan doblegar tan fácilmente y la empresa de los franceses fue un fracaso.

Tú, más humilde que los colonizadores franceses, te conformas con acercarte hasta una playita que hay un poco más allá del pie de las cascadas y darte un baño en las marrones aguas del Mekong. Eso sí, permanentemente agarrada a una roca en la orilla porque la corriente te lleva río abajo desde el primer momento en que pones un pie en el agua.

Cataratas de Don Khon, Laos

La siguiente misión por completar en el día es lograr avistar algún delfín del Irawadi, una especie en vías de extinción de la que sólo quedan algunas decenas de ejemplares, repartidos entre el sudeste asiático y el norte de Australia. Pero hoy la suerte no está de tu parte y en cuanto tu barquito se adentra en el río para salir al encuentro del raro cetáceo, el cielo se cubre de gris y se pone a llover sin parar, lo que obliga a atracar junto a otra mini isla y esperar a que pase la tormenta. Esperáis. Risa floja de los tres que vais en la barca. Amaina un poco, al menos ya no hace viento. Fin de la hora de paseo contratada para avistar delfines. Vuelta a puerto. Más risa floja. Llegada a puerto. Atracáis. Deja de llover y sale el sol. Fin de la risa floja y sentimiento de idiotez. Vuelta a casa en bici por los caminos embarrados.

Don Khon, Laos

Lo bueno del tormentón es que ha limpiado la isla y ahora luce más bonita todavía. En el regreso, además de una puesta de sol espectacular, te encuentras con los mismos dondetianos que dejaste trabajando por la mañana, segando el arroz, que aún luce dorado en los campos. Es época de recolección y, hoz en mano, trabajan de sol a sol antes de que la cosecha se eche a perder. Mientras, una niña juega con un buey almizclero y te saluda cuando pasas.

Segando el arroz. Don Det, Laos

Niña en Don Det, Laos

Respiras hondo y te das cuenta de que no hace falta más. Y de que llevas aquí casi una semana y es hora de partir. Tu siguiente destino, Camboya, te está esperado al otro lado del río.

Atardecer en Don Det, Laos

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