Unos días antes de las últimas Navidades tuve una conversación por teléfono con mi madre más o menos como ésta:
- ¿Mamá? Hola, ¿qué tal, cómo llevas hoy el resfriado?
- Bien, bien, mucho mejor. Oye, una cosa… ¿Has pensado ya qué vas a querer este año por Reyes?
- Pues… no lo tengo claro, creo que dinero.
- ¿Dinero? ¿Para qué, qué te quieres comprar?
- Una cosa… Ya te enterarás.
- ¿Qué es, para un viaje, no? ¿Adónde quieres irte ahora?
- Claro, para un viaje, ¡un viaje al Mundo!
- ¿Pero adónde?
- Pues al Mundo, mamá, a dar la vuelta al Mundo.
- ¡¡Anda ya!! Cómo vas a irte a dar la vuelta al Mundo… Y dejar tu trabajo y todo…
- …
Después de esta conversación, y otras parecidas, se te empieza a formar un nudo en la garganta cada vez que piensas en decir en casa que vas a dejarlo todo y que durante un año vas a estar viajando por ahí. Por lo menos a mí me pasaba. Y fueron varios los días que tenía preparado soltar la bomba y al final terminaba reculando y dejándolo «para mejor ocasión»…
A falta de tres meses para coger el vuelo, me pareció que no podía esperar más, o la conversación pronto iba a ser «¿Mamá? Hola. Mira, que esta tarde voy a ir a haceros una visita. Ah, por cierto, y que después no me veis el pelo más en un año.»
Yo solita me monté un sermón enorme y bien argumentado acerca de buscar la felicidad en la vida, de perseguir los sueños y de no dejar que el tiempo se nos escape sin más. El discurso quedaba redondo. Al menos en mi cabeza.
Y finalmente llegó el día en que no podía dejarlo pasar más. Venían mis padres a comer a casa y yo les puse un buen par de cervezas por delante, para que todo se lo tomasen con mucha más contentura…
- Bueno, pues ahora que estamos los tres tranquilos os tengo que dar una noticia. -A lo que tus padres se miran con cara de «a ver qué nos va a contar ésta ahora…»-.
Os voy a dar tres opciones y elegís la que más os guste. - Venga, opción uno, que te vas a dar la vuelta al mundo durante un año.
-Con esta respuesta es a ti a quien se le queda cara de idiota y de no saber qué tienes que hacer para poder sorprender-. - Bueno, vale, ponemos ésa como primera opción. Dos: Estoy embarazada y no sé quién es el padre.
(Directamente, cara de horror de tus padres).
Y tres, me han despedido y estoy en el paro. - Ajam. ¿Y cuándo te vas?
Y así es como te das cuenta de que has hecho el tonto preparando tu discurso para convencer a no sabes quién, porque al final todo el mundo sabe desde mucho antes que tú misma que algún día te acabarás yendo. Y te terminas la cerveza y te sientes feliz. Y todo, sin que a nadie le dé un infarto.
Pero que ENVIDIA me das… Disfruta mucho, prima! Intentaré seguirte de cerca.??
Pues me los he encontrado por el barrio y se veían muy felices.
Mucha suerte, Marta
¡A por todas! Ya sabes que te vamos a seguir de cerca. Disfruta a tope, ten cuidadito (mi faceta maternal no la puedo evitar) y vuelve cargadita de historias, personas, lugares, sensaciones… Eres una valiente por perseguir tu sueño y hacerlo realidad.
Muchos, muchos besos
Ajam. ¿Y cuándo te vas? =))
I am already on the way,Ahmad!! 😀