Cuando comencé a planear mi vuelta al mundo tenía claro que uno de los destinos que no podían faltar era Myanmar, especialmente para visitar los templos de Bagán. No me importaba renunciar a otros lugares mientras pudiese llegar a este país cerrado por tantos años a causa de una larguísima dictadura militar. Hoy sé que estaba en los cierto porque, no sólo Bagan, sino Birmania entera, no te deja indiferente. Todo es nuevo y genuino. Todo te llama la atención.
Ahí van unas cuantas pinceladas de cuanto atrapó mi atención en el mes que paseé por este maravilloso país:
– Una de las primeras cosas que te sorprende en cuanto entras en territorio birmano es que el suelo está repleto de escupitajos rojos, de la raíz de betel que mascan sin parar, al igual que en otras culturas se masca tabaco.
– Es el único país de Asia en el que los hombres siguen llevando de manera habitual el longyi una pieza de tela que llevan a modo de falda. Se anuda en la parte delantera de la cintura, aprovechando el nudo que lo cierra para guardar cosas como el betel o el dinero.
– Sobre todo las mujeres y los niños llevan la cara cubierta con tanaka, una pasta amarilla hecha con una raíz que los protege del sol, los refresca y también usan con fines estéticos.
– Con la comida te ponen miles de cuenquitos alrededor con sopa, verduras, salsas y guarniciones para que acompañes el plato que has pedido. ¡Te puedes dar un festín por muy poquito dinero!
– El té birmano es una delicia que engancha: té negro con muuucha leche condensada. Lo puedes encontrar por todas partes. Además, en todos los ¿bares? tienes té gratis (éste sin leche condensada), en vasitos reutilizados una y otra vez, enjuagados en un cuenco con un poquito de agua que hay sobre cada mesa.
– Para desayunar, una de las cosas más típicas, en la mohinga, una sopa de pescado que parece demasiado fuerte para nuestro paladar a horas tan tempranas, pero que te da energía para todo el día.
– Los billetes de autobús cuestan siempre lo mismo, independientemente de que hagas el trayecto completo, desde la ciudad inicial a la final, o sólo un tramo.
– En los autobuses nocturnos siempre (y cuando digo siempre, es SIEMPRE) llevan la tele encendida a todo volumen, con dos posibles variaciones: telenovela birmana clase B o karaoke meloso. Con cualquiera de las dos opciones los birmanos lo flipan y a los extranjeros nos hace imposible dormir.
– Las mesas y las sillas de los bares parecen de juguete: enanos, de plástico y de colorines.
– Se llama la atención de los camareros haciendo un ruido con la boca igual que si estuvieses tirándoles besos.
– Son extremadamente supersticiosos, y para todo siguen la astrología, la numerología, la quiromancia… Llegan a extremos como mudarse a una casa nueva o firmar la declaración de independencia del Reino Unido en un día concreto y no otro porque así lo dictan los astros.
– Conducen por el lado derecho de la carretera, pero los coches tienen el volante a la derecha, porque suelen importarlos de Singapur. Así, no tienen manera de ver si viene un coche de frente si quieren adelantar y, literalente, se tumban en el asiento del copiloto para intentar ver algo. En el caso de los autobuses es frecuente que el conductor vaya acompañado de otra persona que le va diciendo si pueden adelantar o no.
– Aproximadamente el 75% de la población de Yangón tiene problemas de audición, por el ruido ensordecedor que soportan todos los días en la calle.
¿Aún no te has enamorado de Birmania? Estoy segura de que te queda poco…
Muy buena lista!! Desde luego que es un país diferente 🙂
Felices Viajes!!