Hace tiempo conocí a una persona con una cualidad inmensa: la capacidad de sorprenderse. Daba igual las cosas que hubiese vivido o los países que hubiese visitado, siempre seguía asombrándose ante algo nuevo, por muy pequeño que esto fuese. Me parece algo digno de admirar y una gran suerte, porque te permite disfrutar mucho más de todo lo que vives.
Por otra parte, cuando llegas a un país nuevo es inevitable que haya cosas que te llamen la atención, aun cuando para los locales sean algo la mar de cotidiano. Es más, cuanto más normales son para ellos, más curiosas te resultan a ti. Pero poco a poco, conforme van pasando días, te vas acostumbrado a esos detalles y pierden su singularidad.
Estas dos cosas unidas me llevaron a anotar todo aquello que me resultaba curioso de Tailandia, que me sorprendía, y que no quería olvidar cuando pasase a formar parte también de mi día a día en el viaje. Algunas son cosas que afectan a todo el país y son casi institucionales; otras, son pequeños detalles de la vida cotidiana; muchas de ellas son tonterías sin mayor importancia pero que a mí me han llamado la atención. Y hoy las quiero compartir contigo, para que te sorprendas tú también.
– Les encantan los uniformes. Absolutamente todos los colegios lo tienen y, además de falda o pantalón y camisa, también incluye complementos como zapatos, cinturón y chapita para la solapa. También tienen uniforme en muchas empresas, ya sean públicas o privadas.
– Bangkok, en contra de lo que hubiese imaginado, es una ciudad bastante limpia, nadie tira nada al suelo.
– Es increíble la cantidad de dinero que dejan como ofrenda en los templos, de las maneras más variadas, desde billetes colgados en cuerdecitas, formando flores, o teniendo que colar monedas en alguna fuente.
– En Bangkok casi nadie usa gafas de sol pero casi todos usan gafas de ver.
– La gran mayoría de los gatos tiene el rabo cortado o roto y torcido.
– Hay un Seven Eleven cada veinte metros. Al final te enganchan y acabas amándolos.
– Entre las ofrendas que se hacen en los templos puede haber de todo. Desde suavizante especial para pantalones vaqueros hasta muñecos de Doraemon.
– Hay mucha gente con la que te cruzas por la calle que deja tras de sí un olor a limpio, a jabón. Hace tanto calor y humedad que suelen ducharse varias veces al día.
– A las niñas, durante la escuela primaria, las obligan a cortase el pelo a la altura de las orejas y retocarlo cada mes para que no quede más largo. Se supone que el motivo es reducir el contagio de piojos, pero como las obligan durante tantos años a llevar el pelo corto, en la época de instituto tienen todas melenas pantojiles.
– Todos los templos tienen aseos abiertos al público que, en la mayoría de los casos, son los mismos que usan los monjes. Esto te permite conocer algunos entresijos de la vida monástica, como la colada del templo. Y te puedes llevar alguna sorpresa…
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