Relax en Pai y la Mindful Farm

24 Oct 2015

Escrito por

Marta

Después del ajetreo en las bulliciosas ciudades tailandesas piensas que te vendrían bien unos días de vida más tranquila en zonas rurales. Y coges un autobús muy tempranero que, por el módico precio de 75 bahts (algo menos de 2 euros) y cinco horas de curvas te deja en Pai.

Pai - Tailandia

Pai - TailandiaPai es relax, descanso. Levantarte cuando te plazca y dejarte llevar por el ritmo relajado de la vida rural. Pai son rastas y reggae, pero también terrazas de arroz y gente que lleva siglos trabajando estas tierras. A pesar de que en los últimos años se ha visto inundada por autobuses de turistas buscando lo bucólico del lugar, Pai mantiene su esencia de pueblo en la montaña donde no pasa el tiempo.

Pai es naturaleza viva al alcance de la mano por el día y bares con música en directo por la noche. Pai es buen rollo. Las cosas aquí van despacio. Pai te cura del ajetreo de la ciudad.

Pero como te pillen dos días seguidos de tormentas en los que no para de llover ni un minuto… ¡Pai te trae por la calle de la amargura!  Y eso es lo que me pasó a mí, que quitando la mañana en la que llegué, cuando sí brilló el sol y pude salir a recorrer los alrededores, el resto del tiempo prácticamente no pude salir del hostel en el compartía habitación con un israelí al que conocí por el camino y con el que, la verdad, tampoco congenié demasiado.

gotas_de_lluvia

Así que, en cuanto pude, volví a pillar otro autobús para, tras las cinco horas de curvas preceptivas, buscar un plan alternativo. Y lo encontré: me iba durante cinco días de voluntaria a una granja orgánica llevada por un antiguo monje budista, su mujer japonesa y su hija de cuatro años. Por las mañanas, trabajo en la huerta o donde hiciese falta y, por la tarde, sesiones de yoga, meditación y vida contemplativa para aprender a relajarme, que falta me hace en muchas ocasiones.

Hacer pan caseroEn la Mindful Farm, o la Granja de la consciencia plena, te reciben Pinan y Noriko, te asignan un bungalow en medio del monte y te dejan que empieces a relajarte… Hasta la hora de la cena, para cuando tú ya estás para subirte por las paredes de no hacer nada. En cambio, el resto de voluntarios parece que no lo lleva tan mal.

La cena, como los almuerzos y los desayunos, es vegana y orgánica. Nada de carne, pescado, huevos o leche y, en la medida de lo posible, todo cultivado en la propia granja.

El primer día te sorprenden las hierbas que hay sobre la mesa, porque nunca pensaste que eso se podía comer, pero tras unos días les acabas cogiendo el gustillo. A eso y a hacer tu propio pan, tu propia mantequilla de cacahuete y tu propia mermelada de tamarindo (venga, vale, os dejo el enlace a la página del tamarindo en Wikipedia, que antes de llegar a la granja yo tampoco sabía lo que era…).

Trabajo en una granja orgánica - Tailandia
Por las mañanas, ayudas a plantar fresas, a quitar hierbajos o a reparar la estructura por la que treparán las tomateras, mientras que por las tardes los propios voluntarios se van turnando para impartir clases de yoga que ponen a prueba tu elasticidad. Por la noche, antes de ir a dormir, una hora de meditación guiada por Pinan, centrada en la mayoría de los casos en el desapego de todo lo terrenal y el respeto por toooodo ser viviente, incluidos los mosquitos, a los que no debes matar, sino sólo espantar suavemente con la mano. Creo que este punto concreto del budismo lo pienso moderar en mi día a día. Lo siento, pero yo digo no a los mosquitos y las cucarachas…

amor_a_animales_tailandia

Y así, al cabo de cinco días te das cuenta de que, no sólo no te has subido por las paredes, sino que además has conseguido relajarte y aprecias mejor la importancia de las pequeñas cosas sin importancia. Es entonces cuando puedes continuar con tu viaje mucho más en paz.

God is too big to fit in one religion

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10 Comentarios

  1. Filo

    Hasta arriba de trabajo con mis mapas, que no son tus mapas.. Ya quisiera yo..

    Gracias por el poquito de relax que me ha dado el leerte.

    Besitos Amiga!

    Sigue disfrutando..

    Responder
    • Marta

      ¡Deja ya esos mapas y vente conmigo a recorrer los de verdad!
      A ver si charlamos, prinzeza, que te echo de menos.
      Un beso gordo

      Responder
  2. Rocio

    Hola Marta!! me alegro que estes aprendiendo tantas cosas!!!
    Espantar a una cucaracha…. es facil pero… y cuando se presentan en pandilla…y la espantada eres tú ?? !!!es imposible mantener la calma!!
    Me encantan tus crónicas, las fotos están muy chulas, no dejes de hacernos soñar con ellas !!
    Básicos a nuestra «hija adoptiva»!!!

    Responder
    • Marta

      ¡¡Pero qué ilusión veros por aquí, Rocío!!
      Así es, después de haber sufrido algún ataque cucarachero organizado, sigo diciendo ¡No a las cuquis!
      Un besazo y a disfrutar del tiempo de montaña que ahora viene. ¡Y reservadme algún pico para cuando vuelva!

      Responder
  3. Cinta

    Si, Marti…NO A LOS MOSQUITOS!!!

    Responder
    • Marta

      ¡¡Ni a las cuquis!!

      Responder
  4. Inma

    Uy Marti q variedad de actividades estás haciendo!! No te vayas a volver vegana q eso suena fatal! Yba lo de los mosquitos tampoco hace falta q lo sigas al 100%! Besitos

    Responder
    • Marta

      Sí, un montón de cosas nuevas, Inma. Y cuantas más cosas nuevas, más viva se siente una. 🙂
      Por lo de vegana no te preocupes que, de momento, no está en mis planes…
      Un besote

      Responder
  5. Luis Arias

    Hola Marta, impregnate bien de esas diferentes formas de ver y vivir la vida para que después te conviertas en nuestra guru de referencia y nos des un poco de luz para disfrutar más de la vida aquí en este lado..
    Te has convertido en nuestra forrest gump particular jajajaja. Somos ya unos pocos corriendo detrás de ti!!!no pares!!!!
    Y recuerda esta aventura esta pidiendo a gritos un libro. Se te da muy bien, trasmites muy bien y es un placer leerte. Te voy a dar la lata todo este año.
    Un beso

    Responder
    • Marta

      jeje, debe de ser verdad lo de Forest, porque desde hace un par de meses, más que nunca, no sé lo que me va a tocar al día siguiente. ¡Y no veas cómo mola eso!
      Un beso, Luis, y muchas gracias por tus ánimos una vez más.

      Responder

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