Hay veces que los encuentros que tienes a lo largo del camino superan con creces las expectativas y esto es lo que sucedió cuando conocí a Phra.
Phra tiene 22 años y es de Camboya, aunque lleva ya un par de años viviendo en Chiang Mai y parece que está contento aquí. Uno de los principales motivos que lo trajo a Tailandia fue poder asistir a una universidad internacional, en la que se hablase inglés, ya que es plenamente consciente de la importancia de dominar este idioma en el mundo en el que vivimos. Precisamente por eso Phra dedica todas las tardes unas horas a charlar con aquellos extranjeros que quieran hacerlo, que tengan curiosidad por hablar con él un rato. Es un trato justo: él practica el inglés y el turista puede preguntar lo que quiera.
Phra sólo tiene 22 años pero ya es muy sabio. Lleva ocho años como monje budista. Él dice que decidió entrar en el noviciado porque esta vida te da mucha paz y, claro, porque todas las familias quieren tener algún monje entre sus miembros. Él no lo dice, pero seguramente también tenga algo que ver la dificultad de alimentar varias bocas en muchas casas de esta zona del mundo. También se le escapa que si volviese a Camboya dejaría el monasterio e intentaría buscar una novia y casarse. De todas formas, los monjes budistas pueden tomar y colgar los hábitos cuantas veces quieran, así que eso no sería un problema.
Phra buscaba paz y hablando con él parece que la ha encontrado. Nos transmite algunas de las enseñanzas del budismo que él tiene plenamente interiorizadas y dan ganas de imprimirlas en tamaño XXL y pegarlas en el salón de casa, para no olvidar nunca cosas como:
– No hay que preocuparse por el futuro ni por el pasado, sino sólo por el presente, que es lo único que realmente existe.
– Es mejor no esperar nada, no tener ninguna expectativa. De este modo no nos decepcionaremos y así evitaremos el sufrimiento.
– Es necesario desarrollar la empatía. Mi alegría será ver a los demás alegres y, mi pena, la pena de los que me rodean.
– Nada material tiene importancia ni nada nos pertenece, ni siquiera nuestro propio cuerpo, por lo que deberíamos aprender el desapego de todo lo mundano para, el día que desaparezca, sufrir lo menos posible por su pérdida.
– Para los budistas no existe un dios, sino que éste está en todos los seres vivos. Dios son las plantas, los animales e incluso nosotros mismos.
Creo que no conozco a nadie con 22 años capaz de hablar con tanta serenidad y tanta sabiduría. Más bien, mis conocidos de esta edad están más preocupados por ver qué foto suben a Instagram, twitear lo que están a punto de comer y hacerse un selfie lo más sexy posible. Por eso Phra saca su teléfono y nos pide que le mandemos por Facebook las fotos que acabamos de hacernos juntos. Porque, aunque sea monje, sólo tiene 22 años.
Por cierto, si alguien está interesado en meditar, para comenzar basta con cinco minutos al día, buscando una posición cómoda y concentrándonos únicamente en nuestra respiración. Si la mente se nos va a cualquier pensamiento, volver a concentrarnos de nuevo en nuestra respiración en cuanto seamos conscientes de que la habíamos perdido. Me lo ha dicho Phra.
Hola Marta
Te acuerdas del petardo moguereño.
Pues aquí estoy para desearte un magnífico viaje!!
Me lo comentó tu padre en un encuentro que tuvimos hace unas semanas y me apunté la página de tu gran aventura.
Espero que mi niña Marta sea igual de aventurera como tú y no como su padre ???
Iré siguiendo tus escritos y espero verte pronto.
Dos besos enormes ???
¡Claro que me acuerdo, Ricardo, qué sorpresa! 🙂
Ya sabes, a contarle muchas historias de viajes a tu niña, para despertarle el espíritu aventurero y las ganas de conocer mundo.
Un abrazo fuerte.
Se ve la pureza de sus ojos y la calma y felicidad en los tuyos. Un abrazo, namasté
Toda la calma y la felicidad que transmitía este hombre, Isa. La felicidad la tenemos mucho más cerca de lo que pensamos. Un abrazo enorme.
Me alegro que te vaya todo tan bien y estes conociendo y adquiriendo culturas diferentes. Las enseñanzas budistas habria que colgarlas en la paredes de casas de la cultura occidental para que empecemos a aprender.
Un beso y que siga tu hiladura jejej.
¡Hola José Luis! Pues sí, hay tantas cosas que podríamos aprender de ellos…
Pues yo creo que algún que otro selfie se hará de vez en cuando… Una poquita no te digo que no, pero tanta espiritualidad no puede ser buena!
PD: Aún no me ha llegado ningún paquete con telas. No digo más…
Pero todos los días con la misma ropa naranja y el mismo peinado… Qué selfie más soso, ¿no?
Y dame dos diítas más y vas a ver… ¡Impaciente! 😛
Hola Marta o tendremos que empezar a llamarte desde ahora Dalay Marta? Tendré que afeitarme la cabeza para poder hablar contigo después de esta aventura?jajajaja va a dar miedo hablar contigo con tanta sabiduría que estas adquiriendo en tu viaje.
Un beso muy fuerte.
Bueeeno, a ver lo que se me queda y no se olvida… Si no, no me quedará más remedio que seguir viajando para seguir aprendiendo! 🙂
Un abrazo, Luis.
Aquí se respira «Mindfullness».
Qué buena cara tienes… Un besazo!
¡Totalmente!
Gracias, guapa. Un beso.
Qué bien, Marti, en todos lados hay gente «oradora, contemplativa». Nosotros también tenemos que aprender de los de aquí y de los de allá, a echar el freno de mano y rezar… Pero a veces el trajín nos come.
Ayy, echar el freno, qué difícil, ¿eh? Incluso estando de viaje…
Un besazo, Cintuqui!