Yangón, la no-capital capital de Myanmar

8 Dic 2015

Escrito por

Marta

birmania_yangon_puertoYangón fue un día la capital de Myanmar, hasta 2005, en que el gobierno decidió cambiarla a la nueva ciudad de Naipyidó, prácticamente construida de la nada para tal fin. Dicen que por el miedo de los generales del gobierno a un eventual ataque de Estados Unidos. Esta nueva ciudad, en el centro del país, sería mucho más fácil de defender que Yangón, situada en la costa.

Pero aunque ya no sea la capital, tú llegas dispuesta a tratarla como tal, a todos los efectos, como hacen los birmanos. A nadie termina de gustarle Nipidiyó. Yangón lo sabe, sabe que tiene alma de capital y que puede seguir comportándose como tal.

Después de un extenuante viaje en tren por fin llegas a esta no-capital capital y te dejas mimar por ella. Por ella y por el couchsurfer que, con toda la suerte del mundo, has encontrado. No ha sido fácil, porque los locales tienen prohibido alojar a extranjeros en sus casas, lo que reduce inmensamente las posibilidades. De entre los pocos expatriados que ofrecen su sofá está Matt, un estadounidense con una casa enorme y acogedora que conoce los mejores restaurantes de la ciudad, lo cual deja a tu presupuesto de mochilera con las patas colgando, pero que te hace disfrutar de lo lindo durante un par de días.

La primera mañana empiezas relajadamente, paseando por el Parque de la Resistencia, descubriendo documentos antiguos archivados en el ático de la sinagoga Musmeah Yeshua, paseando por los jardines Mahabandoola, disfrutando de la arquitectura colonial de su ayuntamiento y su tribunal supremo. A continuación visitas la pagoda Sule y la pagoda Botataung, con sus Budas kitsch llenos de luces de colores y dejas que tu experiencia en Yangón vaya in crescendo.

Pagoda en Yangón, Birmania

Entre visita y visita, disfrutando del gusto de perderte sin que existan los mapas, tienes que esquivar necesariamente a los cientos de vendedores ambulantes que se agolpan a lo largo de cualquier calle. Venden de todo, desde tornillos y tuercas, a tabaco y tarjetas SIM para el móvil. Pero, sobre todo, venden comida… Dulce, salada, muchos fritos que no sabes qué son pero que, con el precio que tienen, no puedes ni quieres resistirte a probar… En el barrio chino, súmmum del puestecillo callejero, te das cuenta de que no has parado de comer en todo el día y que es posible que explotes en breve.

Shwedagon Pagoda, Yangón, Birmania

Shwedagon Pagoda Yangón, BirmaniaCuando creías que lo habías visto todo en pagodas llegas a Shwedagon y tienes que callarte. Te habían dicho que era enorme. Y brillante. Pero tú no podías imaginar que tanto. Cuesta trabajo mirarla cara a cara, primero porque es imponentemente grande y es difícil abarcarla. Segundo, porque, toda cubierta de oro, resplandece tanto bajo el sol que duele a la vista.

Así que, con la sorpresa que dan las cosas inesperadas, pasas allí una mañana entera, embobada, curioseándolo todo, parándote en una exposición de fotografías antiguas de la ciudad, entretenida con las familias que van a hacer un picnic para almorzar, dejándote ilustrar por un espontáneo guía turístico que te cuenta todo tipo de historias de manera totalmente altruista.

Después, atraviesas la ciudad entera a pie para ir de nuevo al centro, a uno de esos tours gratuitos de moda, tan apañados para un presupuesto ajustado. Éste se centra en la historia y la arquitectura coloniales de la ciudad y te hace reparar en edificios y detalles que, de otra manera, te habrían pasado desapercibidos. Con la lectura de Los días de Birmania aún reciente no dejas de imaginar el refinamiento y el señorío de Yangón en los días de gloria del imperio británico, alejado del tráfico monumental y el ruido ensordecedor que le dan su personalidad a la ciudad de hoy.

birmania_yangon_reloj_colonialPara el último día en la ciudad te has reservado un placer secreto, coincidiendo con que, además, es el día de tu cumpleaños. Vas a pasar la mañana, la tarde, el día entero o el tiempo que haga falta, en el gigante mercado de Bogyoke Aung San, para perderte entre sus tiendas de telas. Te mezclas con la gente que va a hacer sus compras del día y, después de mucho preguntar y mucho comparar, te enzarzas en la dura negociación del regateo que, estás comprobando en el viaje, es uno de los dones con los que te dotó la naturaleza.

Al final de la tarde te vas a casa con cuatro magníficos longyis y una pieza de tela que, una vez que vuelvas a España, se convertirán en nuevas prendas, con un toque étnico, que ya estás imaginando (y que no sabes por cuánto tiempo vas a tener que cargar en la mochila…).

telas_birmania_el_quinto_pino

Al día siguiente dejas la ciudad a las 5 de la mañana, cuando ya empieza a despertarse, activa, bulliciosa, sin importarle no ser más la capital en los papeles porque ella sabe que, para todos los que la habitan, siempre lo seguirá siendo.

Viaja por tu cuenta

Te ayudo a hacerlo fácil:

   Busca aquí tus vuelos baratos.

   Elige tu hotel favorito al mejor precio.

   Llévate tu guía de viaje del destino que quieras.

   Viaja tranquil@ con un seguro de viajes con un 7% de descuento.

   Contrata tu viaje y tours aquí si no tienes tiempo de organizarlo.

   Encuentra traslados del aeropuerto a tu hotel.

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados

Qué se debe – Myanmar

Qué se debe – Myanmar

En contra de lo que he escuchado a mucha gente, Myanmar ha sido uno de los países más baratos que he visitado. Lo que me gasté allí, seguramente, es menos de lo que pagas por tu alquiler.

leer más
Bagán, pura magia

Bagán, pura magia

Un trocito de mi corazón se quedó en Bagán. Igual que hay otros trozos repartidos por Viena, Lalibela o Berat, esta ciudad birmana me ha robado parte del alma.

leer más